El toro arequipeño
Presente griego para neófitos en lenguas nativas. Un par de malas palabras: ullo y allu, “pene” en quechua y en aimara. Y una más, que lo designa figuradamente: pisco, “pájaro”. Ya se sabe que esto es guerra, por una palabra en disputa: Pisco. Y es que alude al significante fálico, que en política destaca: la yuca de Fujimori, la mano de Mamani, el chullo de “basura” Cáceres, el ullo de Llica.
Por contraposición, los movimientos contestatarios tienen un claro signo antifálico, no solo feminista sino también animalista. Porque parece que el ullo está en todo, ya que las mujeres tampoco están privadas del goce fálico, como dice Lacan. Pero ¿y los animales? ¿Qué ven los animalistas en las peleas de toros y de gallos? Maltrato, de acuerdo; pero creo que hay algo más, que no miran ya que está en el inconsciente. Porque debe tener alguna explicación el hecho de que el poder masculino, su dominio histórico en una realidad paralela se denomine galliarcado.
Entonces, del toro arequipeño ¿que representa para el inconsciente colectivo local? La respuesta no se encuentra en Wikipedia, así que no busquen, sino en Criptopedia, que nadie conoce porque está en internet profunda. Pero siempre se puede dar un hachazo, y entrar a esa otra realidad virtual oculta.
Al lado de los artículos sobre “Energía toroidal” y “Toro de Creta” encontramos el que nos interesa: "El toro arequipeño". No es el torito serrano de Yahuar Fiesta, sino el torazo mistiano de una fiesta ruda pero incruenta. ¿Y dónde está la gracia si no hay sangre? A los arequipeños les encanta ver a esas moles arremetiendo y dándose cocachos con los cuernos con una fuerza de empuje espantosa, de unos 300 kg. por centímetro cuadrado.
Bestias mansas, que sus criadores quieren y engríen. La agresividad del toro nace con el nombre: Cien Fuegos, No me mates cobarde, Carajo. Los nombres de los toros españoles a su lado resultan tiernos: Huerfanito, Relicario, Borradito, Perdigón. Una vaca en celo desata la pelea.
Entonces el toro representa en el inconsciente colectivo local lo que ustedes supondrán, el ullo en modo de ataque. Proporcional al valor de empuje de las olas del Puerto Bravo, el de los toros de pelea es aterrador. También para los animalistas que sufren porque al parecer la pelea evoca en ellos la “escena originaria”: los padres unidos en el coito. El sufrimiento que perciben en los animales es al parecer el resultado de una identificación no prevista por la tradición del hijo con la madre, con quien forma un frente para acabar con el poder del padre. Es el tiempo del gallinarcado, de las gallinas de pelea, con tacos afilados, uñas pintadas y vistoso plumaje.
Porque la declinación del padre no supone la extinción de la descomunal energía toroidal asociada a su poder sino su repartición en forma de goce fálico a la madre y al hijo liberados. Así ha llegado igualmente el tiempo del polliarcado. También en Puno, donde Aduviri ha sido proclamado por los yatiris como el gran Mallcu. Bueno,mallcu en aimara antiguo significa “pollo”.
Corrigiendo a Martha Hildebrandt diría que Asu Mare viene del aimara allu mare, la madre o en general la mujer fálica (que la reconocida lingüista encarna); y cachín, del quechua, de una palabra innombrable, y que por oposición significa algo así como ser un minusfálico o disfálico