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Décima coya, mama ocllo

LA HERMANDAD DEL HUEVO_

Entre el mito y la historia

Para que el huevo atraviese los tiempos, la gallina existe. Clarice Lispector. El huevo y la gallina

César Delgado Diaz del Olmo

Publicado: 2020-08-30

¿Los huevos son de los gallos? ¿Sólo ellos puedan crear imperios? Los gallos, ja. Son buenos sólo para destruirlos. Fue lo que hicieron los últimos Incas, enfrascados en inacabables guerras. Huayna Cápac, el grande, lo era además por el culto que rendía a la diosa chomba. Decía que bebía por los pobres. Cuando su gente moría como moscas por la peste que trajeron los gallos hispanos, cerró la chomba metiéndose en una cueva y tapiando la entrada, con la esperanza de salir del mal sueño como de una resaca. Pero igualmente lo alcanzó el enano de la peste, que no perdona ni las testas coronadas. Luego, su hijo Atahuallpa, que se presentó en andas y hecho una cuba, junto al cacique de Chincha y Pisco, a la cita histórica que tenía con los abstemios y misios invasores extranjeros. Para vergüenza de la Hermandad del Huevo, que dirijo en el exilio del tiempo pasado y futuro, llevaba nuestro vacilante representante el nombre de Atahuallpa, que de ‘gallo’ pasó a significar ‘gallina’. 

Pero los gallos eruditos son los que hacen la historia, poniendo en ella embustes del tamaño del huevo cósmico, como que el imperio es “de” los incas y que fue fundado por Manco Capac. La verdad es que debiera llamarse más bien “de” las Coyas, porque su fundación fue obra de Mama Ocllo. Su sagrado apellido la señala claramente como cabeza de la Hermandad del Huevo, ya que Ocllo viene de oc, el sonido de las gallinas cluecas. Porque fue Mama Ocllo la que puso el Gran Huevo, o la Primera Piedra del imperio. Cuente que no estoy haciendo un jueguito de palabras, sino traduciendo literalmente el pensamiento andino, ya que la palabra ronto significa ‘huevo’ y también ‘piedra’. Y Mama Ocllo no era una blanda gallinita, sino una guerrera emplumada, que tenía el nombre de batalla de Mama Ocllo Huaco. Mataba hombres-pájaros, llamados Guallas (por unas aves llamadas guallatas), les sacaba los bofes y los inflaba formando algo que podía perecer dos enormes compañones, los que le faltaban a Manco. Para conmemorar este triunfo de la brava Coya contra los Guallas, se instituyó la danza de la Guallata, en la que las mujeres mantienen encerrados a los hombres en un círculo, símbolo del imperio (femenino) y recuerdo del tiempo en que las mujeres tocaban la música. A este imperio se le podría llamar tranquilamente de las Coyas.

Pero no se diga por esto, como hacen las gallinas de Lesbos, que el imperio fue fundado por una gallina machorra. Porque no había dos coyas, la delicada y casera Mamita Ocllo y la ruda y matrera Mama Huaco, sino que, como mi madre puneña, tiene de las dos. La prueba está en el arma con que fue muerto el Gualla, una boleadora de una sola bola. Instrumento de muerte y de educación, característico de las sociedades matriarcales, ya que sugiere que alude a un material de guerra y de paz, que se usaba tanto para inmovilizar a los enemigos como para fajar a los críos pequeños. En cuanto a los bofes que Mama Huaco saca al Gualla, representa el reclamo de una vida de trabajo que al nacer le hace a su hijo la madre. Como quien dice: huevos, hombre. Runtupa, Runa.

Un insidioso cronista dice que Mama Huaco “sacaba las criaturas de los vientres de las mujeres preñadas”. Puede verse la cosa como que era una partera, o como que era una gallina. Las criaturas salen del vientre interior, del mismo modo que del vientre exterior que es el huevo. Bueno, igual es el futuro, que nace del huevo del tiempo como una posibilidad en germen. De esto sabemos las gallinas, del tiempo cósmico. De hecho, tenemos un excelente oído, que percibe el tiempo, la sucesión, el ritmo. Realmente, nosotras tocamos la música que bailan los hombres, desde que están en el huevo. Es una de las razones por las que me he hecho historiadora, porque me entiendo bien con el poderoso tiempo largo, que a lo hombres famosos pone en olvido y a los soberbios edificios echa por el suelo. Es el tiempo de las gallinas, que solo piensan en el futuro. Los poetas lo expresan bien. Así un poeta inglés dice “Una gallina es sólo el medio que tiene un huevo para fabricar otro huevo”; y César Vallejo que “… la gallina pone su infinito, uno por uno”.

Es la misión de la Hermandad del Huevo, garantizar la supervivencia de la más alta cultura. Porque las civilizaciones florecen; pero, como es ley de la historia, luego decaen y mueren. Las gallinas no nos ocupamos del venerable cascarón vacío sino del flamante huevo que viene. Es el trabajo de la Hermandad desde hace miles de años, poner el siguiente huevo cósmico.

Fue la décima Coya, llamada igual que la primera Mama Ocllo, quien desarrolló el Proyecto Ronto, cuyo objetivo era preparar la Segunda Fundación. Como hermana y esposa de Tupa, contaba con recursos infinitos; y como hija menor de Pachacutec, conocía de cerca la suprema importancia de su misión. Porque este Inca había sufrido en carne propia las terribles consecuencias de la caída del imperio de sus antepasados, los Tiahuanaco-huaris, y no deseaba que sucediera lo mismo con el Tahuantinsuyo.

La sede del Proyecto estaba en el Cuzco. Recojo el dato de Martín de Murúa, quien dice que debajo de la fortaleza de Sacsaihuaman había un templo subterráneo dedicado a Mama Ocllo. Este era el centro de las operaciones del ultrasecreto Proyecto Ronto, que contaba con “mas de cinco mil indios e indias”, que “dormían dentro”.

Tan preocupado estaba Pachacutec por el futuro de su naciente imperio que ni bien había terminado de construir el Cuzco, que ya estaba levantando en la selva una ciudadela, que en caso de descalabro de la Capital preservase la memoria de mil años de cultura que traía de Tiahuanaco y Huari. Los estirpadores de idolatrías escucharían luego hablar de esta “universidad de la idolatría”, pero nunca pudieron descubrirla. Esta ciudad pérdida de los incas es Macchu Picchu. Mama Ocllo no participó en su planificación, ya que le parecía que, tratándose de la preservación de las tradiciones, la piedra no es el huevo, por lo que también se opuso a la creación de fuertes en la selva de Vilcabamba. Ella pensaba que como la tradición es un huevo de ideas, entonces no había que enfriarlo poniéndolo en lugares inhóspitos y salvajes, sino más bien mantenerlo caliente en un ambiente de cultura.

Esto hizo a pensar a Mama Ocllo que la propia capital de los incas podía ser el centro del movimiento restaurador, a realizarse no al poco tiempo de producida la invasión, como intentarían hacerlo seguramente los bravos militares, sino dentro de unos doscientos años, tiempo en que, según el cálculo riguroso de los quipus estadísticos, los runas estaría con un huevo hinchado y el otro por reventar. En la complejísima trama de líneas de acción de un futuro tan lejano le tocaba jugar un papel importantísimo a una nieta de la propia Coya Mama Ocllo. Se organizó de la siguiente manera. La Coya debía destinar a uno de sus hijos, que le pondría el nombre de Huallpa (gallo), para que tuviera una hija, que a su vez llevaría el nombre consagrado de Ocllo. Esta chica sería la sacrificada, ya que tendría que casarse con uno de los invasores. De esta horripilante, pero necesaria unión, nacería una especie de Minotauro de Pucará que llevaría las dos sangres, hablaría los dos idiomas y haría suyas las dos tradiciones. El objetivo era que este hijo prefabricado preservase las tradiciones de su pueblo en los quipus de los invasores, para que las generaciones venideras de runas, obligados seguramente a aprender el idioma de los invasores, guardasen siempre en su corazón la memoria del bien perdido.

Si se seguía rigurosamente este plan, se produciría dentro de dos siglos una gran rebelión indígena, encabezada por un inca noble, lector de aquella crónica de los incas registrada en quipus extranjeros, creada expresamente para motivar su misión de restaurar el imperio de sus antepasados. Como sucedió con Tupac Amaru II, gracias precisamente a la crónica apologética de los incas y su genealogía todavía vigente, escrita por aquel bisnieto de la Coya Mama Ocllo, nieto del auqui Huallpa Tupac e hijo de la Palla Chimpu Ocllo.

Previendo el fracaso de esta tentativa, como efectivamente sucedió, se preparó un segundo plan, de alcance continental. Para esto la Coya contó con un recurso que se le ocurrió escuchando a los constructores de la fortaleza labrando piedras gigantes encima de de su templo subterráneo. Pensó, acertadamente, que si estos maestros de obras formaban una comunidad, con sus conocimientos y ritos secretos, también existirían organizaciones semejantes en otros lugares y otros tiempos, por lo que se arriesgó a jugar con la posibilidad de poder establecer una conexión con alguna de ellas en el futuro. Era una apuesta arriesgada, pero funcionó. Esa organización de constructores no solo existía, sino que era muy activa en tiempos de la independencia de las colonias americanas.

Mama Ocllo pensó que si fracasaba el intento de destruir en el corazón del antiguo imperio el poder de los invasores, justamente porque en el centro era mas fuerte, entonces había que atacar desde los extremos, donde su fuerza debiera ser menor. Para esto creo dos Fundaciones, en los puntos opuestos del largo imperio del Tahuantinsuyo. Una en el extremo norte, en el actual territorio de Colombia; y la otra en el extremo sur, en lo que vendría a ser la Capitanía General de Chile. Se desconoce cuáles pudieron ser las actividades de estas dos Fundaciones, pero lo cierto es que durante doscientos años mantuvieron vivo el recuerdo del antiguo imperio en tierras remotas, que con el tiempo prosperarían. Llegado el momento, sucedió lo que Mama Ocllo había previsto, que la Hermandad se cruzaría con una organización de constructores, que resultaron ser los masones. No eran precisamente albañiles, pero usaban símbolos de albañilería. Así pudieron reconocerlos las Capitanas de las dos Fundaciones. Se conoce mejor la historia de la Fundación Austral, que tomó contacto con la Logia que tenía el nombre de un jefe araucano, Lautaro. Lo demás es historia conocida. De las dos Fundaciones partieron las dos corrientes libertadoras del Virreynato del Perú.

El trabajo de Mama Ocllo sin embargo no terminó aquí. Algo le decía que este huevo iba a salir huero, como efectivamente sucedió con la República; pero a la Coya ya le resultaba difícil actuar en el futuro mas allá de los doscientos años. Entonces, no se sabe cómo, apareció en la sede del Proyecto un aparato para ver el futuro. Se los juro, por el Gran Cacareador. Pongo en esto mi autoridad de gallina historiadora, reconocida por todo el mundo. Me remito a mis fuentes, que dan fe de la existencia de un aleph de cristal, con el que Pachacutec planeó la construcción de su imperio.

Mis tres fuentes concuerdan en que Pachacutec contaba con una “tabla de cristal” en la que pudo ver por adelantado su espectacular triunfo sobre los chancas. Lo dicen Sarmiento de Gamboa, Cristóbal de Molina, y Bernabé Cobo. Agregan que después Pachacutec veía en esa tabla “todas las cosas que quería”. Pero en algún momento la tabla desapareció. Después se supo que había sido sustraída del Templo del Sol por un hombre de confianza del Inca, el poeta Ronto Casca, que al parecer no pudo ver en ese espejo su propio fin, que era ser ejecutado por plagiario y ladrón.

Con la tabla mágica en sus manos, la Coya Mama Ocllo pudo planificar su siguiente paso, quinientos años atrás en el tiempo, ya que para la concepción andina del tiempo el futuro no está delante de los ojos sino a las espaldas de uno, justamente porque no se le puede ver. Este paso consistía en hacer aparecer dentro de cuatro siglos, en un lugar remoto del Viejo Mundo, una voluminosa carta al rey escrita por un indio educado en la lengua y la religión de los invasores. Estaba calculado para producir una gran conmoción entre los descendientes de los runas incaicos, que reafirmaría su conciencia nacional nativa. Fue necesario realizar infinitos cálculos para lograr este resultado, que sabemos es el libro de Guamán Poma de Ayala.

Quizás estaba calculado también que la tabla de cristal llegara a mis manos. Lo que mas me emociona de esto es la posibilidad de que la Coya Mama Ocllo pudiera haber visto en ella alguno de mis libros, que me gustaría fuera Historia del Tahuantinsuyo, en donde expongo algunas visiones del pasado incaico, que he tenido precisamente gracias a esta tabla, actualmente al cuidado de la Hermandad del Huevo, que yo, María Rontorowski, como heredera de Mama Ocllo, dirijo desde el pasado y desde el futuro.


Escrito por

César Delgado Diaz del Olmo

Ensayista. Autor de Hybris, violencia y mestizaje; Garcilaso, el Inca mestizo. Publica el blog: Volcandideces


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