#ElPerúQueQueremos

SUEÑOS DEL LADO DERECHO_

Publicado: 2021-05-28

Días antes había leído un artículo de Arturo Pérez-Reverte, en el que cuenta que al recibir la vacuna sintió como que volvía a reconciliarse con el género humano. Ese género humano que resulta tan difícil de amar en su conjunto, “pues la experiencia te dice que esa clasificación incluye un número incalculable de hijos de puta”. Así que con los años te vuelves un poco misántropo, pero llega el día que por fin te encuentras haciendo la cola para recibir la vacuna.

Quizá el personal sanitario en Madrid sea más amable, pero el de Arequipa me parece que actúa con no menos “rapidez y eficacia”. No lo pondría en la lista de los seres detestable que te hacen odiar la humanidad, al contrario. Lo que sí observé, es que acá ni con los años aprendemos algo que no dejó de notar el embozado escritor, y es la “paciencia, educación y silencio” con que allá formaban fila los mayores de edad para recibir su vacuna, imponiendo un ambiente de “respeto mutuo y de sereno estoicismo”. Así que no llegué, como el gran escritor español, a “sentir orgullo por hallarme entre aquellos abuelos, afrontando juntos una de las muchas zancadillas que la perra vida te pone al paso”. Y hablando de esto, uno se pregunta dónde se haría vacunar Vargas Llosa: ¿formando cola en un hospital o en su palacio madrileño?

Lo bueno vino en la noche. Entre las recomendaciones que te dan está la de no dormir recostado sobre el brazo izquierdo, donde te ponen la vacuna, así que toda la noche tuve sueños del lado derecho. Muchos sueños, un poco afiebrados. Casi nunca duermo recostado a la derecha, así que debió producirse un desembalse de sueños a este lado del escenario onírico, que parecía corresponder al lado derecho de la ciudad. Borges decía que en sus sueños siempre se veía en Buenos Aires. No sé si les pasa a ustedes con su propia ciudad, pero yo me veo siempre caminando por las calles de Arequipa. Es mi laberinto.

Y anoche estaba en aquella parte de la ciudad, que no visito desde antes de la pandemia. Discuto con alguien sobre la existencia de una supuesta obra desconocida de Dostoievski. Una amiga, a la que veo joven, me recomienda escuchar un programa de música muy bueno que dura diez minutos. En una librería hojeo un libro que me parece lo malogran las ilustraciones de colores muy fuertes. Luego me encuentro a orillas del río.

Avanzo a contracorriente, saltando de piedra en piedra por la orilla. Veo un espacio verde de donde al acercarme sale volando una bandada de extrañas avecitas. Pregunto cómo se llaman y alguien me dice que son unos obracos. Interpretando estos sueños pensé que el número diez del programa de música podía relacionarse con los veinte días de espera para la segunda dosis de la vacuna. Como el primero es la mitad del segundo, supongo que expresa el deseo de sortear lo más pronto posible esta fea zancadilla que la vida nos ha puesto. La esperanza creo que es poder ganar un tiempo más de música, si la muerte es silencio. En cuanto a las avecillas que salen volando, parece claro que significan las esperanzas perdidas, entre ellas los obracos, los libracos que nunca pude escribir. Se debiera poder inmunizar el ánimo con una vacuna de confianza y valor para enfrentar todas las trampas y zancadillas del mundo.


Escrito por

César Delgado Diaz del Olmo

Ensayista. Autor de Hybris, violencia y mestizaje; Garcilaso, el Inca mestizo. Publica el blog: Volcandideces


Publicado en