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ABIMAEL VIVE_

Publicado: 2021-09-20

Creo que Gorriti se equivoca en calificar de bruta a la derecha, porque tenemos a genios como el almirante Montoya que ha descubierto por un sutil indicio, perceptible solo para una inteligencia superior, una verdad perturbadora, que Abimael vive. Y hablando de inteligencia, no sé por qué se le niega esta gracia del cielo tan mezquinamente a la ultra derecha y se le concede generosamente a la ultra izquierda. Es el caso justamente del líder de Sendero Luminoso, que se les presenta a los jóvenes en la televisión como un genio del mal, supervillano, cosa que escandaliza la mediana, pero bien cultivada inteligencia de Hildebrant, quien lo llama profesor de socta categoría, al nivel del presidente Castillo.

No pretendo competir en C.I. con el almirante Montoya, pero acabo de darme cuenta que las iniciales de Alan García y Abimael Guzmán son las mismas, A.G., las que, dada la vida exageradamente funesta de ambos personajes, podría ser una interjección nacional de asco. En el Perú la Historia no bosteza, pero seguro que se le revuelve el estómago, dirían los ingenuos. En el Perú la Historia no le hace asco a nada, responderían los cínicos.

De cualquier modo, Abimael tiene un lugar en la historia. Bueno, hacerse un sitio en la sociedad, ser-en-el-mundo, este fue su problema ontológico, que empezó con su familia postiza, donde no tenía una ubicación precisa. Para ganarse un espacio en ella Abimael se porta como un angelito con la madrastra, y como un santito con los hermanos de La Salle, cosas que él sabía que no era. De esta angustia existencial surgiría luego en la atea universidad San Agustín la idea de abordar en su tesis de grado en filosofía un tema muy significativo, el de la Teoría Kantiana del Espacio. Evidentemente, se trata del espacio del individuo humano, en la familia y en la sociedad. En su caso, el espacio negado.

Habiendo nacido fuera del orden social, Guzmán solo podría volver a él con pleno derecho destruyéndolo, transgrediendo la ley del padre e instaurando una nueva ley que él proclamaría. Pero si Abimael tenía el mismo problema que Vargas Llosa, esto es la bastardía, su solución no fue el arribismo individualista, sino un arribismo a escala masiva, una ilusión que cundió a finales del milenio pasado. Y aquí está la miel y la hiel de la mala gesta de Abimael: en que trata de convertir en realidad lo que para otros “mal nacidos” no es más que una fantasía. Para ellos Abimael es el héroe, el que realiza sus más profundos deseos de rebeldía y transgresión. Lo único que los detiene para que no sigan en masa al presidente Gonzalo es que este les propone en reemplazo de la antigua ley no la impunidad ni el exceso sino una ley más dura, una disciplina verdaderamente polpotiana que muy pocos estaban dispuestos a asumir. Por esto los campesinos, que al principio lo apoyaron, después le dijeron “por el ojete Gonzalete”.

Paradójico destino el de Abimael que luchó por hallar un espacio en el cual ubicarse, y que finalmente vino a hallarlo cuando con su muerte parece que ocupa el lugar del Padre Muerto, que deja a todos los “mal nacidos”, los ningunos, los Bellidos, los Bermejos la promesa de una Nueva Sociedad de la cual ellos serán sus legítimos y gloriosos herederos.

Es lo que el almirante Montoya, con su habitual agudeza de mirada, teme que vaya a suceder, que ese “mal nacido” se convierta en un héroe popular, en un fetiche de justicia para los pobres, que pudiera empujarlos a enarbolar nuevamente el vil trapo rojo de la revolución. Por esto ha sacado a relucir la brillante idea de que el monstruo no ha muerto. La prueba que tiene es la portada del semanario de Hildebrant, donde se ve una foto que muestra el supuesto cadáver del jefe terrorista. La pregunta que se hace el almirante es: ¿Cómo que ha muerto, si ahí se ve claramente que no ha estirado la pata?


Escrito por

César Delgado Diaz del Olmo

Ensayista. Autor de Hybris, violencia y mestizaje; Garcilaso, el Inca mestizo. Publica el blog: Volcandideces


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